La Fundación Barcelona Salud fue pionera en instalar desfibriladores portátiles en lugares de alta concurrencia como mercados municipales, farmacias, estaciones de metro, etc., en diferentes ciudades españolas. Estos dispositivos han permitido salvar más de cien vidas en los últimos años, cuando este proyecto bajo el título “España, territorio cardioprotegido” solo se ha implantado en una pequeña parte del país. Esta iniciativa tuvo su origen en Barcelona para extenderse posteriormente a otras poblaciones de Cataluña, Andalucía, Comunidad Valenciana, Galicia, La Rioja y Asturias. La muerte súbita, que causa casi 20 veces más fallecimientos que el tráfico, puede afectar a cualquier persona y en cualquier circunstancia.
Su origen es la fibrilación ventricular, la complicación más temida y más grave de la fase aguda del infarto de miocardio. Se trata de la ausencia de onda de pulso y por tanto la muerte inminente. Es lo que conocemos como parada cardiaca y, una vez la hayamos identificado (no se trata de un simple desmayo), hemos de actuar con la máxima rapidez.
El “cerebro en los adultos”, explica del doctor José Luis Palma, vicepresidente de la Fundación Española del Corazón, “pasados tres o cuatro minutos, ya empieza a sufrir una lesión importante y después de 10 minutos es irrecuperable. Podemos recuperar el corazón, eso por descontado; se le da un choque eléctrico a 400 julios y éste empieza a latir; pero es un latido que manda sangre a un cerebro que ya ha sufrido un proceso edematoso tremendo. Cada minuto que pasa se pierde un 10% de posibilidades de recuperar al paciente; en el infarto de miocardio y en la parada cardiaca el tiempo no es oro, el tiempo es vida y miocardio”.
En este sentido, es muy recomendable contar con un desfibrilador automático externo (DEA) para asistirnos en una reanimación. Es muy sencillo de utilizar, el propio aparato te va guiando desde el momento en que lo descuelgas, y por eso cada vez están más presentes en más sitios.
El objetivo detrás de esta iniciativa es mejorar la supervivencia de la parada gracias a una mejor asistencia ambulatoria, de forma que, si se consigue incrementar un 20% esa cifra, significaría que se estarían salvando 3.000 vidas, más de las que se pierden en accidentes de tráfico en todo un año.
Gracia Pablos