1. A los 20. Hay un pequeño porcentaje de jóvenes con problemas cardiovasculares hereditarios. La mayor parte de las muertes súbitas inexplicadas en edades tempranas se deben a cardiopatías de origen genético. A las menores de 35 años se les recomienda tener una historia clínica que incluya un examen del aparato circulatorio y un electrocardiograma. Si se practica deporte, se recomienda realizar una prueba de esfuerzo y para descartar problemas.
2. A los 45. La mujer comienza a sufrir cambios hormonales y los controles de colesterol e hipertensión deben ser más exhaustivos. Conviene realizar una prueba de esfuerzo o ergometría cada dos años y una ecografía doppler carotídea, cada cuatro años en la premenopausia y cada dos en la posmenopausia. Una radiografía de tórax cada dos años para las no fumadoras y anual para las fumadoras (y a esta edad es crucial dejar este hábito, que dispara los riesgos).
3. A partir de los 50. Pasada la menopausia, se pierde la protección de los estrógenos y se va igualando progresivamente al varón en riesgo cardiovascular. Es necesario un control estricto de los factores de riesgo mediante analíticas (colesterol, glucemia, triglicéridos), revisión cardiológica completa con prueba de esfuerzo y ecocardiograma. También se recomienda un EcoDoppler de TSA, para ver el estado de arterias vertebrales y carótidas.
4. Después de los 60. Resulta aconsejable realizar analítica completa, pruebas cardíacas y eco Doppler TSA. A partir de una edad avanzada, también se recomienda realizar un TAC craneal, que servirá como estudio básico de tipo neurológico para descartar patologías vasculares cerebrales, atrofia o problemas degenerativos de diferente clase. Mediante un test mental básico, se valorará también la existencia de problemas de memoria.
Redacción S Y M.