Por Manel Esteller, Instituto de Investigación contra la Leucemia Josep Carreras. Miembro de Barcelona Salut Fundació.
De los recuerdos más absurdos e ínfimos pueden salir nuevas ideas e hipótesis. No es este el caso. Sin embargo, estos días viendo anunciar a Concha Velasco rentas vitalicias, ¡qué lejos aquellos tiempos de ‘Chicas de la Cruz Roja’!, me ha asaltado el recuerdo de aquella obra musical que protagonizó a mediados de los 80: ‘¡Mamá, quiero ser artista!’. El titulo siempre me pareció magnífico. No es este un mundo ajeno al científico ya que muchas veces el título de un artículo de investigación provoca que lo leas o no le hagas ni caso. Pues eso, que una vez llamada su atención les quisiera hablar brevemente del despertar de las vocaciones científicas a raíz de la crisis sanitaria asociada al covid-19.
Estas últimas semanas hemos visto aparecer en los medios de comunicación y las redes sociales un gran número de investigadores biomédicos y profesionales de la sanidad. No recuerdo una presencia tan abundante desde la época del virus SARS (que fue mucho más corta) y los primeros días de la aparición del síndrome de immunodeficiencia adquirida (sida) y su virus HIV. Fíjense que en todos estos casos un agente viral está implicado, como si las infecciones hubieran dejado una huella indeleble de miedo en la humanidad que se arrastra desde la peste de la edad media. Los jóvenes han seguido la crisis actual de una forma distinta a como lo hicieron generaciones pasadas debido a la interconectividad y la instantaneidad proporcionada por internet. Y muchos de los participantes en la investigación y la lucha médica desde la trincheras de los hospitales o los laboratorios se han convertido en referentes para una parte de ellos. Y eso es bueno. Porque seguramente veremos emerger nuevas vocaciones en el campo de la ciencia. Jóvenes que antes no sabían que estudiar ahora quizá encauzarán sus esfuerzos en carreras biosanitarias y tecnológicas.
La aventura del saber
Si volvemos a los recuerdos, a esos tiempos más felices y sencillos, un fenómeno similar sucedió a mucha menor escala en la primera temporada de emisión de la serie ‘CSI (Crime Scene Investigation)’. Al año siguiente y posteriores muchísimos jóvenes querían ser científicos forenses y que una impresora les diera en segundos la secuencia del ADN del asesino.
Me imagino la escena. La hija le dice a su madre que quiere decirle algo. La progenitora cierra el portátil en el despacho de casa y camina hacia el comedor. La cabeza le da vueltas. ¿Qué querrá? ¿Problemas con adicciones, se va de casa o un nuevo novio/a? La chica espera sentada en el sillón, al lado del televisor. La madre se apoya cómodamente en el sofá. Se miran. Y la joven suelta: “¡Mamá, quiero ser viróloga!”. La madre suspira aliviada. Luego, cuando su hija no la ve, frunce un poco la frente. ¡Cobran tan poco los científicos! Y tiene razón, especialmente en etapas iniciales de su formación.
Pero nada proporciona mayor recompensa que intentar ayudar a otros a través del conocimiento. De la aventura del saber. Y por eso necesitamos a esta generación marcada por un confinamiento nunca visto para resolver los próximos problemas de salud que la naturaleza nos proporcionará. Será imprescindible la formación de más y mejores expertos en medicina intensiva, infecciosa, neumología, immunología y epidemiología, a los que tendremos que sumar enfermería, farmacia y veterinaria, además de expertos en los campos de la biología celular y molecular y la bioinformática. Y ayudar a que estas capacidades sean reconocidas dentro de las carreras profesionales, fomentando la creación de aptitudes y saberes mixtos como epidemiología molecular o bioinformática médica. Tenemos que dar las herramientas y los medios para que esta nueva ola de juventud investigadora pueda volar y cumplir sus sueños, que también son los nuestros.
Incrementar la financiación
Ya he hablado otras veces de la necesidad de incrementar la financiación de la educación y la investigación. Y no me gusta hacerlo. Pero siento que para que no exista una generación perdida, precisamente de estos jóvenes que ahora ven como la solución a la pandemia vendrá de los resultados biomédicos, debo hacerlo. Más allá de que las administraciones públicas se den cuenta que el conocimiento científico es clave para la recuperación y progresión de una sociedad, también como miembros de la comunidad debemos ayudar.
Muchos institutos de investigación y hospitales han empezado iniciativas para recaudar fondos contra el coronavirus. Den apoyo a cualquiera de ellas en función de sus intereses, afinidades o simpatías. En nuestro caso estudiaremos el impacto del coronavirus en los pacientes con cáncer y desde la Fundación Josep Carreras han dispuesto la siguiente web por si queréis y podéis ayudar: www.imparables.org. Gracias a todos. También para la futura viróloga.