El virólogo alemán Hendrik Streeck en el peródico Frankfurter Allgemeine Zeitung, el 16 de marzo del 2020, fue el primero en relacionar la pérdida del olfato con la enfermedad COVID19.
Por Dra. María Colomé, Clínica Rinológica Laboratorio del olfato. Miembro de Fundació Barcelona Salut.
Cada vez son más las publicaciones que hacen referencia a considerar los transtornos olfativos y gustativos como un síntoma, e incluso como una forma clínica de la COVID19.
Luigi Vaira, en un trabajo publicado en la revista Head and Neck, presentó un estudio de la función olfativa y gustativa, mediante tests objetivos, en 72 pacientes COVID19 tratados en la Universidad de Sassari. El 73,6% de los pacientes mostraba o había sufrido una alteración de estos sentidos. Esto tiene especial consideración si se trata de síntomas aislados, que se presentan bruscamente (en 24-48h) y, sin otros síntomas acompañantes de rinitis, como la mucosidad o la obstrucción nasal (sólo en un 9% de los casos). Con la remisión de la enfermedad solían recuperar gradualmente el olfato en pocas semanas, la mayoría antes de 5 días, pero encontró que en un 34% la anosmia y la ageusia persistían; no habiéndose encontrado correlaciones significativas entre la extensión de estos desordenes quimiosensitivos y la severidad de las imágenes patológicas pulmonares. Concluyó que las alteraciones olfativas y gustativas representan un hallazgo clínico común en COVID19 por lo que tendremos en cuenta al realizar el diagnóstico. Lechien también publicacó un estudio multicéntrico en la revista European Archives of Oto-Rhino-Laringology sobre las disfunciones gustivas como presentación clínica de formas leves y moderadamente leves. En otro estudio internacional realizado con 357 pacientes COVID19 positivos, el 85,6% tenía alteraciones olfativas, siendo las mujeres las más afectadas. El 72% recuperaron el olfato los primeros 8 días después de la resolución de la enfermedad. Otro estudio publicado en la revista European Archives of Oto-Rhinolaringology mostró que el 80% de los pacientes refería una pérdida total del olfato y el 88% de estos tenía alteraciones de los sabores dulce, amargo y salado. El 79% no presentaba otros síntomas nasales como la obstrucción nasal o la rinorrea, como sucede en el resfriado común. En el 12% de los pacientes con COVID19, la pérdida del olfato era el primer síntoma, por lo que, en estos pacientes, deberíamos extremar precauciones. También, concluye que las alteraciones de los sentidos del olfato y del gusto deben considerarse síntomas de la infección por COVID19. Al no considerarse de entrada un síntoma en los protocolos del coronavirus, las medidas de aislamiento de estas personas han llegado tarde.
En el epitelio olfativo, situado en el techo de las fosas nasales, las neuronas olfatorias están en contacto directo con el aire que respiramos. El virus SARS-Cov2 contacta directamente con esta zona, y es de suponer que la infecte por tener un neurotropismo hacia las neuronas olfatorias al igual que lo tienen otros coronavirus (SARS Cov1).